domingo, 22 de noviembre de 2020

Una carta a Milena

Kafka. Su canticio
de ayes brunos
es abrasador
pero enseña
la felicidad:
sacar la mayor
dulzura posible
sin impugnar
la enfermedad.

Despedazar
una única caldera
del infierno
solo conduce
a consumirse
en la masa ardiente
que se derrama.

Túmbate en el jardín
mientras puedas.
El infierno conservará
todo su esplendor.

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