se posan aleves sobre las sucesivas
instantáneas de la soberbia.
Como lluvia de oro,
nos insuflan su materia trucada
en los poros,
en los esfínteres
o por los alveolos,
y aguardan incólumes
nuestra devastación.
Para cuando
su goma germine
no habrá testigos,
ni zancadas,
ni paraderos.
![]() |
Febrero de 2016 Diego Gil Martín (nacido en diciembre de 2004) |