Madre, añoro tu vientre eutópico, pero no recuerdo sus prodigios ni los contornos de su mar de vida. Madre, extravié las referencias aquí fuera, en la desabrida intemperie donde las crudas tenazas ulceran los mitos y las esperanzas se encharcan. Madre, esta noche, en tu cama, una caracola musita los nombres de tus hijos y en su vórtice se ovilla toda mi altermundista nostalgia.
Amo el cíngulo que me convida a la belleza y carcome mis células. Amo su abrazo forzoso y el aire, la tierra y el mar que me propina. Amo su perdidiza sustancia.